Tres días entre gigantes: viaje en autocaravana a los Mallos de Riglos

mikel

mikel

19 de mayo de 2025

3

días

Itinerario

Zaragoza

Murillo de Gállego

Riglos

Hacía tiempo que teníamos ganas de escaparnos unos días en la autocaravana, sin horarios, sin reservas, solo la carretera, la naturaleza y nosotros. Esta vez pusimos rumbo a un destino que nos intrigaba desde hace tiempo: los Mallos de Riglos, en la comarca de la Hoya de Huesca. No sabíamos que, en apenas tres días, íbamos a vivir tanta belleza concentrada.

Día 1 – Llegada a Riglos: dormir bajo los Mallos

Salimos por la mañana desde Zaragoza, con todo lo necesario cargado en la autocaravana. El trayecto hasta Riglos es relativamente corto, pero ya a medida que nos íbamos acercando, el paisaje comenzaba a cambiar. Las llanuras daban paso a colinas cubiertas de pinos y, de repente, aparecieron ellos: los Mallos, esas gigantescas paredes rojizas que parecen salidas de otro mundo.

Aparcamos en el área habilitada para autocaravanas justo a la entrada del pueblo. No hay muchos servicios, pero el sitio es tranquilo y tiene unas vistas impresionantes. Decidimos dar un paseo por el pueblo, pequeño pero encantador, con sus calles empedradas y casitas de piedra. El sonido de las aves rapaces sobrevolando los Mallos es constante; es fácil entender por qué este lugar es un paraíso para ornitólogos y escaladores.

Al atardecer, nos sentamos frente a la autocaravana con una copa de vino y simplemente miramos cómo el sol tiñó de naranja los Mallos. Dormir bajo ellos fue algo casi mágico.

Día 2 – Ruta de senderismo y visita a Agüero

Nos levantamos temprano para hacer una de las rutas más conocidas: el Sendero Circular de los Mallos de Riglos. Un camino de unos 5,5 km, bien señalizado, que permite ver las formaciones desde todos los ángulos. La subida es exigente al principio, pero las vistas desde arriba, con el río Gállego serpenteando abajo, son espectaculares. Tardamos unas tres horas con paradas, y lo recomendamos incluso si no eres un senderista habitual.

Después de comer en la autocaravana, pusimos rumbo a Agüero, un pueblo cercano menos conocido pero que nos sorprendió muchísimo. Sus propios mallos, más alargados y misteriosos, se alzan al fondo del valle, y la iglesia de Santiago, románica, parece salida de un decorado medieval. Paseamos por el pueblo casi solos. Nos encantó su calma, sus rincones llenos de flores y las vistas desde el mirador.

Dormimos en una pequeña explanada a las afueras del pueblo, en silencio absoluto, con las estrellas como única compañía.

Día 3 – Paseo en Murillo de Gállego y baño en el río

El último día lo reservamos para algo más tranquilo. Volvimos a bajar hacia Murillo de Gállego, otro punto clave de la zona. Aquí hay más movimiento: deportes de aventura, cafeterías, casas rurales… Dejamos la autocaravana en un aparcamiento amplio y caminamos hasta la orilla del río. Hacía calor, así que no dudamos: nos dimos un baño en el Gállego, con los Mallos al fondo reflejándose en el agua. Una postal que no se olvida.

Antes de irnos, nos sentamos a comer en una terracita con vistas, ya con esa melancolía dulce que traen los viajes que acaban. Tres días bastaron para enamorarnos de este rincón de Aragón. Naturaleza, silencio, pueblos auténticos y libertad sobre ruedas.

Volvimos a casa con el cuerpo cansado pero el alma ligera. Y con una certeza: volveremos a ver a los Mallos.