16 de septiembre de 2025
5
días
Cadaqués
Calella de Palafrugell
Llafranc
Begur
Tossa de Mar
Pals
La Costa Brava de Girona es sin duda uno de los destinos más fascinantes del Mediterráneo español. Sus pueblos blancos que se asoman al mar, sus calas de aguas cristalinas y su rica herencia cultural la convierten en el escenario perfecto para una escapada de cinco días inolvidable.
Pueblos más bonitos de la Costa Brava
Esta ruta te llevará por los rincones más auténticos de la costa gerundense, desde los pueblos pesqueros más pintorescos hasta las villas medievales mejor conservadas del litoral catalán.
Tu aventura por la Costa Brava comienza en Cadaqués, el pueblo blanco por excelencia que enamoró a Salvador Dalí y a tantos otros artistas a lo largo de los siglos. Recomiendo establecer tu base aquí para disfrutar de la magia de este rincón único desde primera hora de la mañana. El pueblo se despierta lentamente, y es precisamente en esos momentos cuando mejor se aprecia su autenticidad.
Cadaqués
Dedica la mañana a perderte por las calles empedradas de Cadaqués, admirando sus casas encaladas con persianas azules que contrastan maravillosamente con el azul intenso del mar. No te pierdas la iglesia de Santa María, del siglo XVI, cuyo imponente altar barroco merece una visita pausada. Por supuesto, la Casa-Museo Salvador Dalí es parada obligatoria; aquí vivió el genial artista y podrás comprender mejor la inspiración que este lugar ejercía sobre su obra. Es fundamental reservar con antelación, especialmente en temporada alta.
La tarde la dedicarás a Port Lligat, a apenas unos minutos de Cadaqués. Este pequeño rincón alberga la Casa-Museo Dalí de Port Lligat, que fue la residencia principal del artista durante cuatro décadas.
Port Lligat
Después de la visita cultural, relájate en la playa de Port Lligat, esa pequeña cala donde Dalí encontraba inspiración para sus obras más surrealistas. Al final del día, no hay mejor plan que contemplar el atardecer desde el cabo de Creus, donde el sol se despide creando un espectáculo de colores únicos.
Para la cena, te sugiero Compartir en Cadaqués o Casa Anita, ambos perfectos para degustar mariscos frescos mientras disfrutas del ambiente marinero del pueblo.
El segundo día de tu ruta te llevará a descubrir dos joyas de la Costa Brava que mantienen intacto su carácter de pueblos pesqueros tradicionales. Calella de Palafrugell será tu base de operaciones, un auténtico pueblo marinero que ha sabido conservar su esencia a pesar del paso del tiempo.
Calella de Palafrugell
Dedica la mañana a recorrer el centro histórico de Calella, donde cada rincón cuenta una historia del mar. No puedes perderte la Platja del Canadell, una de las calas más fotografiadas de toda la Costa Brava, donde las barcas de pescadores descansan en la arena creando una postal perfecta. Si tienes tiempo, acércate al Jardín Botánico Cap Roig, un oasis de vegetación mediterránea con vistas espectaculares sobre el litoral.
Por la tarde, dirígete a Llafranc, un encantador puerto natural que te conquistará desde el primer momento. El paseo por su puerto pesquero es un deleite para los sentidos, y desde aquí puedes iniciar la caminata hasta el faro de San Sebastián. Esta excursión de unos 45 minutos te recompensará con vistas panorámicas que abarcan toda la costa. Al regresar, disfruta de un baño en la playa de Llafranc, con su arena dorada protegida por una bahía natural.
Llafranc
Si tienes la suerte de visitar la zona en julio, no te pierdas la tradicional cantada de habaneras en Calella de Palafrugell, un evento que combina música, tradición y el sabor del ron quemado. Para cenar, El Far de Sant Sebastià ofrece una experiencia gastronómica con vistas inmejorables, aunque Pa i Raïm en Calella también es una excelente opción para degustar la cocina local.
Begur es mucho más que un pueblo costero; es un libro abierto de historia que se eleva majestuoso sobre algunas de las calas más espectaculares de la Costa Brava. Establecer tu base aquí te permitirá combinar patrimonio histórico con naturaleza en estado puro.
La jornada matinal la dedicarás al pueblo de Begur propiamente dicho. El castillo de Begur, con sus ruinas del siglo XI, te ofrece vistas de 360 grados sobre toda la costa que justifican sobradamente la subida. El centro histórico es un museo al aire libre donde las casas indianas y la arquitectura colonial catalana cuentan la historia de los begurenses que emigraron a América y regresaron con fortuna. No olvides visitar la iglesia gótica de Sant Pere, del siglo XIV, que conserva elementos románicos que la hacen única.
Begur y sus calas
La tarde la reservarás para explorar las calas que han hecho famoso a Begur en todo el mundo. Sa Riera es perfecta si viajas en familia, con sus chiringuitos tradicionales y un ambiente relajado. Para los más aventureros, Aiguafreda supone una pequeña expedición: un sendero de 20 minutos te llevará a esta cala salvaje de aguas cristalinas, ideal para practicar snorkel. Y no puedes irte sin visitar Sa Tuna, una pequeña cala de pescadores con sus características casitas blancas que se reflejan en el agua turquesa.
El Restaurant Sa Tuna, literalmente con los pies en la arena, te ofrecerá una experiencia gastronómica única donde el pescado fresco y las vistas al mar se combinan para crear recuerdos imborrables.
Tossa de Mar representa la síntesis perfecta entre historia medieval y belleza natural. Esta antigua villa marinera, protegida por sus imponentes murallas, te transportará directamente a la Edad Media mientras disfrutas de algunas de las mejores playas de la Costa Brava.
La mañana la dedicarás por completo a explorar la Vila Vella, el recinto amurallado que convierte a Tossa en la única población medieval fortificada que se conserva en la costa catalana. Las torres de defensa de los siglos XII al XIV son auténticas joyas arquitectónicas que han resistido el paso de los siglos. Desde las murallas, la Platja Gran se extiende a tus pies como una alfombra dorada protegida por las piedras centenarias.
Tossa de Mar
Durante la tarde, profundiza en la cultura local visitando el Museo Municipal, que alberga una interesante colección de arte contemporáneo y arqueología local. Si buscas un rincón más íntimo, acércate a Cala Pola, una pequeña cala rocosa ideal para los amantes del buceo. El paseo por el casco antiguo de Tossa es un viaje en el tiempo por calles empedradas que conservan intacto su encanto medieval.
Cuando caiga la noche, no hay experiencia más mágica que pasear por las murallas iluminadas. La luz dorada que baña las piedras milenarias crea una atmósfera romántica única. Para cenar, La Cuina de Can Simon te ofrecerá cocina mediterránea de calidad en un ambiente acogedor.
Tu último día te llevará a descubrir dos joyas del interior de la Costa Brava que complementan perfectamente la experiencia costera con patrimonio medieval de primer nivel. Aunque Pals se encuentra ligeramente tierra adentro, su proximidad a la costa te permitirá combinar cultura e historia con un final de playa.
Pals
Pals es uno de los conjuntos históricos mejor conservados de toda Cataluña, un auténtico museo al aire libre que te transportará directamente al medievo. La Torre de las Horas del siglo XI se alza como símbolo del pueblo, mientras que sus murallas y calles empedradas mantienen intacta la atmósfera de siglos pasados. No te pierdas el mirador Josep Pla, desde donde contemplarás una panorámica única sobre los campos de arroz del Empordà y el mar Mediterráneo al fondo.
La tarde la dedicarás a Peratallada, otro pueblo fortificado que ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico Nacional. Su castillo y murallas representan uno de los ejemplos más perfectos de arquitectura medieval defensiva de Cataluña. La Plaza Mayor, con sus soportales góticos, es el corazón palpitante de este pueblo que parece haberse detenido en el tiempo.
Peratallada
Para cerrar con broche de oro tu ruta por la Costa Brava, termina el día en la Platja de Pals, cuatro kilómetros de arena fina donde podrás relajarte y reflexionar sobre los maravillosos días vividos. Cal Ferrer en Peratallada es el lugar perfecto para tu cena de despedida, degustando cocina catalana tradicional en un entorno medieval único.
La mejor época para realizar esta ruta es durante la primavera (abril a junio) cuando el clima es perfecto y hay menos multitudes, o en otoño (septiembre a octubre) cuando el agua aún conserva la calidez del verano pero los pueblos recuperan su tranquilidad. El coche es imprescindible para moverte cómodamente entre destinos, aunque ten en cuenta que algunas carreteras son estrechas y en verano es recomendable llegar temprano a los aparcamientos.
Es importante reservar los restaurantes con antelación durante la temporada alta, y no olvides llevar calzado cómodo para caminar por los pueblos empedrados. Las casas-museo de Dalí requieren reserva previa, y si planeas visitar las calas más apartadas, lleva agua y protección solar ya que muchas requieren caminatas por senderos.